20050517

Estación

Hoy me di cuenta de una cosa...

que esta estación es fría y triste... porque es el lugar de partida de tantas cosas que van y no regresan... ¿cómo vine a parar aquí? no lo se... solo se que pagué la tarifa del taxi que nos dejó en este sombrío lugar...

el lugar es negro como si fuera el nicho de la noche, el lugar es frío como si fuera el nacimiento del mal viento...

yo pagué el taxi que nos ha dejado aquí y ella trajo las maletas de ese sentimiento que ya está en el vagón, al que nos negamos a decir adios, y al que esperamos hacer bajar de ahí... antes que el destino escoja por nosotros y nos niegue siquiera el adios

a veces creo que yo debería decir adios aquí e irme también en ese tren que parte y jamás regresa...

20050504

Bogotá y la lluvia

Esta es Bogotá, llena de agua por todos lados... llueve desde hace dias... con esa constancia, con ese tedio...

Bogotá a veces se vuelve la ciudad que era cuando yo era pequeño, y estoy seguro de que esa Bogotá se parecía, pero solo a veces, a la Bogotá de los viejos...

Cuando llovía daban ganas de quedarse en la cama, viendo televisión, y había tiempo en esa Bogotá para poder usarlo en ver televisión o leer y releer los mismos libros o construir ciudades enteras hechas en bloques de madera y carritos de plástico... había tiempo para no salir de las paredes de la casa y jugar o descansar o dejar que un relampago de golpe se llevara la luz y a oscuras nos dejara a que los lejanos truenos y principalmente las gotas de lluvia en las ventanas, las calles y el tejado nos arrullaran... pase mucho tiempo de mi vida durmiendo bajo el arrullo de la lluvia golpeando los vidrios de alguna casa... porque viví en varias partes de esta misma ciudad... y porque también se que no en toda Bogotá la lluvia es la misma, y a la larga sí es la misma...

En mi barrio solo hace que la calle se vuelva slenciosa, que las personas se encierren tras sus puertas y prendan las luces de las mismas prisiones en que vivimos, sabemos que nuestro vecino esta allí tras la luz de esa cortina que nos arroja la silueta de algún mueble pero de ninguna persona, y conjeturamos lo que está haciendo... llueve alrededor de la salida o puesta del sol... a veces llueve toda la tarde, a veces llueve casi toda la noche... pero tan solo casi...

En los barrios de Kennedy, otra parte de Bogotá, llueve no solo toda la noche, no solo todo el día, a veces llueve durante dias y noches continuamente... en Kennedy uno no se entrega al msmo letargo, uno sale bajo la lluvia, ya que es constante... ya que si no salgo hoy por temor a la lluvia tendre que hacerlo en tres horas o mañana, ya que ella es paciente y estará esperando... también uno se puede encerrar a trabajar o estudiar mientras la lluvia cae afuera ingnorante de nosotros y nosotros ignorantes de ella, pero oyendola todo el tiempo golpear los tejados que tienen las casas, los edificios, el colegio... llueve por días y uno solo se puede conformar con pensar que la casa y la ciudad deberían estar hechas para permanecer sumergidas en agua, que la ropa y las cosas deberían estar pensadas de esa manera, para poder vivir esos días en que uno se empieza a creer y sentir anfibio...

Recuerdo que de niño el agua alcanzaba las puertas de los autos en plena marcha y así no se podían abrir... eso era en ese entonces... ahora el agua se desborda por caños subterraneos y calles alternas, la bebe el sediento suelo de la ciudad cubierto de asfalto y de menos árboles cada día... en las avenidas cerca a Kennedy el agua corre por las calles a la par de los autos y los autos para no dejarse ganar la carrera aumentan la velocidad... pero cerca, dentro, en los barrios, el agua se amontona como la gente, en charcos, pareciera que las gotas de agua convertidas en verdaderos lagos se detuvieran a hacer visita y sus reuniones duran dias enteros, a veces uno reconoce un charco de hace varios días por la forma que aun conserva, como si se negara a irse todavia... uno en bicicleta solo siente los frenos patinar mientras los radios cortan el agua que esta por encima del neumatico, pero el suelo no se ve y se tiene miedo de caer en un agujero o una alcantarilla mal tapada... o sin tapa, porque se las roban... pero no hay problema, uno en Kennedy conoce los charcos más que las áreas secas y sabe por donde debe ir para no interrumpir la reunión de gotas de agua... por la avenida Primero de Mayo el tiempo corre tan quedo que uno ve como el agua perezosa se amontona en ambos carriles, a veces uno se pregunta porque esta solo de este lado y no de aquel... creo que es por la pereza de buscar el camino para llegar a allá... hay una parte al norte, o al menos mas al norte de donde vivo, donde las calles empinadas sostienen casas lujosas y negocios costosos... el agua se precipita desde arriba, al oriente, hacia abajo, al occidente, cae transaparente y limpia por calles donde no hay tierra ni piedritas, puede uno pasear en bicicleta o en patines viendo como el agua salta de ls ruedas para chocar contra el cuerpo pero no poderla ver porque no es tan turbia, porque no es tan oscura

aunque a veces creo que la lluvia no es así, porque solo es la forma en que veo yo la lluvia en mi ciudad, es como la Bogotá que les muestro a través de mis ojos

a veces es tortuoso, a veces es bello... una parte de las calles refleja el cielo, la otra ya seca tiene ese color gris casi azul que la hace parecer por un momento nueva...

creo que la lluvia y esta ciudad son amantes, no lo creo, así lo siento, son amantes frias, y sí, ambas féminas, caprichosas y voluntariosas, pero frías, se tocan con dedos helados más por sus personalidades que por el verdadero frío, se besan con besos acuosos que duran días, se lanzan caricias liquidas furtivas que duran un parpadeo, quizá por eso los besos sordidos son en Kennedy y las caricias furtivas en otras partes de la ciudad, de pronto por eso la humedad de su juego se queda quieta en esta calle, de pronto por eso trata de ser pasión y se desborda con velocidad por aquella, de pronto por eso en las mañanas que la lluvia acaricia a Bogotá en mi barrio, los suspiros y el aliento de ella son la niebla matutina en Suba, de pronto esta ciudad y la lluvia son amantes que se cansaron de ese juego de antes y solo se aman de vez en cuando, porque ya no es tan frecuente...

Esta ha sido una semana en que estas dos caprichosas amantes se han besado y han acabado el calor de nuestros cuerpos, porque en medio de sus caprichos se olvidadn de los hombres... de esos mismos que las han olvidado a ellas, viene la lluvia con su decidida aunque torpe mano a llevarse los montones de papel que nosotros olvidamos retirar, viene esta lluvia temerosa de besar la suave piel de su ciudad y encontrar en su lugar metros y metros de piel adoquinada... y aun así a veces se revelan y entrambas la lluvia revienta las calles y la ciudad se desnuda... y nosotros pagamos las consecuencias entrando a las puertas de nuestras casas con los amarillentos fluidos del amor de ambas...

Creo que ando deprimido por esta lluvia en mi ciudad, por estas dos amantes que no respetan nuestros tiempos, por estas dos mujeres que se dedican a tocarse con piel dura y dedos fríos... pero se que no es el frio, se que no es el agua, se que es la envidia y la nostalgia la que traen esta tristeza consigo... añoro esos días bajo esa cobija color rosado, cuando al igual que esta lluvia era más irreverente con el tiempo y podía olvidarme de que ciudad y lluvia hacian el amor friamente mientras el calor corria dentro de mi casa a pedirme un espacio debajo de las cobijas... a veces creo que envidio otra cosa ahora... me gustaria estar en un sofa o en una cama, otro lecho, con otro aroma, con esa mujer amante, con esa persona que se me ha llevado el corazon, ambos bajo las mismas cobijas protegiendo a ese pequeño calor, y jugando a querernos de una manera calida entre los dos, mientras la ciudad se ama con la lluvia a su manera fria, pero amando de la misma manera... sí, como esa lluvia a Bogotá, de esa manera irreverente que dice que debemos olvidarnos un poco del día a día... que debemos dejarnos escurrir por el suelo, o saltar de techo en techo, o llevarnos tanto papel inútil en espirales y remolinos o simplemente quedarnos quietos reflejando el cielo...

estoy convencido de que Bogotá y la lluvia son amantes

estoy seguro que juntas nos invitan también, en medio de la privacidad, que su amor a gritos trae, a amar...